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PLATA ENTIERRO

(Artículo publicado el domingo 12 de mayo de 2013)
Una de las fascinaciones populares paraguayas es la búsqueda del tesoro escondido. Todos creen que hay uno enterrado en el patio de la casa y que solo espera que el mal tiempo ilumine el árbol cercano para darle la precisa del lugar a excavar.

Esa fascinación ataca por igual a doctos e indoctos, saco puku y saco mbyky, ricos o pobres, poderosos o marginales.

Todos creen que el Paraguay está lleno de joyas de oro y plata enterradas durante la Guerra Grande (1870) y que solo aguarda el momento para que armados con picos y palas, algunos, y sofisticadas maquinarias, otros, busquen de noche o de día el tesoro que los vuelva ricos de una buena vez.

Algunos como Riera, Núñez o Ramírez, intendente, ministro de la Corte y militar de alta graduación, respectivamente, buscaron afanosamente el entierro del Parque Caballero, al igual que recientemente el intendente de Capiatá.

¿Qué habrá en la cabeza de tantos paraguayos para creer que abunda tanto dinero enterrado?

Es un tema digno de analizarlo desde la perspectiva histórica, cultural, económica e incluso política, ya que su impacto no se limita a un grupo pequeño, sino a toda una nación que no se da cuenta de que en realidad el mayor tesoro enterrado no está bajo tierra, sino en la cabeza de cada uno de los connacionales.

Es ahí donde deberíamos primero erradicar la ignorancia y el analfabetismo que nos devuelva racionalidad y dignidad en torno a la riqueza y su origen en el trabajo, en la imaginación y en el compromiso.

Hoy lo que importa es lo que tengamos en la cabeza, ya que dos tercios de la riqueza del mundo pasa por el conocimiento.

Nada nos retrotrae tanto al Paleolítico como la búsqueda de encontrar la riqueza en la tierra o bajo ella. Solo pueblos no cultivados en la inteligencia pueden creer que el Paraguay amerita una excavación masiva cuando en realidad lo que requerimos es una potente dosis de educación que espante la ignorancia y la obscuridad en las que viven muchos, incluidos varios líderes políticos y también religiosos.

Me contaban unos feligreses de Caaguazú que un obispo, que pasó por esos lares, era más conocido por haber grabado el silbido del Pombéro y por excavar buscando tesoros, que por su conocimiento del Evangelio y su compromiso religioso.

Es probablemente la metáfora de la plata yvyguy un rasgo tan español que ahora una representación teatral paraguaya es presentada en aquel país con apoyo gubernamental.

La «búsqueda rabiosa del oro y la plata» por parte de los españoles no reparó en rangos ni investiduras. Por ella, eran capaces de caminar kilómetros y kilómetros en busca de El Dorado, a pesar de los riesgos de ser devorados por fieras o por indígenas antropófagos como los que habitaban en San Pedro. Todo por el oro y la plata mientras los holandeses o ingleses desarrollaban sofisticadas fórmulas financieras que hicieron que ambos metales terminaran por ser la razón de la bancarrota de España y la pérdida de sus colonias hace más de 200 años.

Hay que desenterrar el conocimiento, la inteligencia y la innovación porque con eso nos volvemos ricos todos, no con palas ni picos y menos con máquinas buscando tontamente un dinero que solo existe en la imaginación calenturienta de algunos que creen que la plata está bajo tierra cuando en realidad ella habita en las mentes inexploradas de millones de paraguayos.

Ahí es donde debemos trabajar y abandonar el folclorismo de cavar calles, patios o parques.

Por Redaccion central

Escritor, abogado, profesor y periodista

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